¿Por qué contratar una oficina de Arquitectura?

Construir un edificio de viviendas, una clínica, un colegio, un local comercial, unas oficinas requiere de una gran inversión y serán muchos los riesgos que acechan dicha inversión. Para ello el inversionista debe consultar a expertos que lo orienten en este tema y estos expertos son los arquitectos, antes que los ingenieros y mucho antes que los constructores. Es por esto que recomendamos consultar y contratar una buena oficina de arquitectura para que lo guíe durante el proceso de construcción de su inversión. Claro, se preguntará ¿cómo reconocer una buena oficina de arquitectura?

Le podemos dar nuestra opinión al respecto; Para nosotros una buena oficina de arquitectura es en esencia un grupo de personas (profesionales expertos en diseño y construcción) que escuchan con interés a otras personas (los clientes) con sincera atención a sus problemas y con el deseo de ayudar a encontrar la mejor solución.

Como en una selección de fútbol las buenas oficinas de arquitectura son en su conjunto mucho mejores que el mejor de sus arquitectos. En las oficinas de arquitectura trabajan personas con variados perfiles y profesiones, con experticias y habilidades diferentes que enriquecen, agregan gran valor al producto y al servicio que otorgan.

Arquitectos, diseñadores de interiores, ingenieros especialistas en estructuras, especialistas en instalaciones sanitarias y eléctricas, especialistas de costos, planificadores, inspectores de obras y administradores de contratos, trabajando todos en equipo para garantizar al cliente que su proyecto será una experiencia exitosa y por qué no inspiradora.

Las buenas oficinas de arquitectura saben muy bien qué preguntas hacer al cliente y a los involucrados en el proyecto y saben también darles peso a las inquietudes de su cliente, también si estas son novedosas o extrañas.
Tratándose de un grupo variado de profesionales, la misma información del cliente se recibe desde diversos puntos de escucha, esto enriquece el análisis con múltiples interpretaciones y así aumentan las propuestas de posibles soluciones. Esto equivale a una experiencia colectiva, una experiencia de grupo, de personas empoderadas y prestas a atender los requerimientos porque confían en que sus compañeros harán lo justo en el momento adecuado, como en una orquesta.

Mientras más importante es el proyecto más valioso es la experiencia; pues esta es el cúmulo de lecciones aprendidas que desarrolla la intuición; esa capacidad de leer con anticipación los signos que vaticinan la tormenta. El experto sabe a dónde dirigirse cuando de soluciones convenientes se trata. Pero, digámoslo también, la experiencia puede ser un obstáculo por el sesgo del experto que impide que se vean soluciones novedosas y más adecuadas. ¡Atención! La experiencia no debe convertirse en costumbre. En una buena oficina de arquitectos debe haber arquitectos seniors y también arquitectos noveles cargados de entusiasmo y deseos de innovar. Esto no es siempre así, pero es bueno que una oficina de arquitectura sea como una escuela, donde se aprende y donde se crea nuevo conocimiento.

Estamos seguros que el cliente también desarrolla esa batalla entre la tranquila seguridad de la tradición y el ímpetu de la novedad que nos promete un mejor modo de vivir y un mejor mundo. A su vez, los arquitectos también nos debatimos entre esos extremos; la tradición y la identidad establecida del lugar y la inextinguible aurora de las posibilidades. Por eso aconsejamos a las empresas o personas que van acometer un proyecto de inversión en construcción que contraten una buena oficina de arquitectura que sepa acompañarlos en este viaje hacia el futuro.

Recordemos que en la etimología de la palabra proyectar está implícita el acto de lanzar, ¿a donde lanzamos si no al futuro? El proyecto es el intento racional de anticipar o crear algo en el futuro. Pero ¿por qué decimos racional?, la arquitectura interpela el alma de las personas como individuos y como comunidades, por eso la arquitectura es emotiva, nos puede hacer felices y regalarnos emociones y satisfacciones que alegran nuestra vida y, caramba, también pueden hacernos profundamente miserables.

Aunque los arquitectos no amamos los procedimientos, ni los métodos en la fase creativa y conceptual, sí los requerimos para convertir nuestras ideas en construibles.

Las oficinas de arquitectura saben trabajar con métodos tradicionales y artesanos (croquis, maquetas) y también dominan las últimas tecnologías, usan computadoras costosas, dominan múltiple software e investigan continuamente lo último que ofrece el mercado para poder asesorar diligentemente a su cliente.

Una oficina de arquitectura anda buscando problemas. ¿Dónde están tales problemas? Pues a cada paso de un proyecto se desencadenan dificultades del cliente y los arquitectos deben hacerlos suyos. Es por ello que el experto ama los desafíos y se mantiene a la espera de los nuevos retos.

Una buena oficina ahorra dinero al cliente, ¡mucho dinero! Pues sabe muy bien donde economizar y aún mejor donde no escatimar. El inversor con un buen proyecto no será víctima inerme de los contratistas. Tendrá referencias claras para negociar. Mejor si la buena oficina de arquitectura lo acompaña toda la obra, de esta manera se reducirán costos ocultos, costos por retrabajo y la malversación será más difícil que ocurra.

Una buena oficina de arquitectura atenderá los nuevos retos que impone nuestro tiempo, hará proyectos ambientalmente más correctos, con poca exigencia en energías contaminantes. Conocerá las nuevas tecnologías y las nuevas certificaciones y estándares ambientales para asesorar a sus clientes y recomendar las mejores prácticas para su proyecto.

Los honorarios del proyecto no los paga usted, los paga el despilfarro y el sobreprecio de las obras que Ud. se ahorrará contratando una buena oficina de arquitectura. Siendo los costos del proyecto los primeros en ser desembolsarse, es posible que, le hagan creer que es demasiado dinero sin ver obra ejecutada, pero hágase un favor y piense en ¿qué interés tendría un constructor en ser transparente con usted o esforzarse en producir el mejor proyecto posible y al mejor precio, sobre todo si usted no tiene como comprarlo? La respuesta es; ningún interés. La buena oficina de arquitectura se comporta como un árbitro y auditor de los intereses de su cliente.

Cuando una edificación es también una buena arquitectura todos ganan. Los vecinos ganan porque su entorno adquiere más belleza y calidad ambiental, los usuarios y personas que trabajarán en el edificio ganan porque la buena arquitectura es gentil y estimulante, ganan los inversores porque su inversión aumenta su valor, gana la comunidad de arquitectos por que se crea nuevo conocimiento, ganan quienes las construyeron por que los trabajadores aprenden nuevas habilidades y ven colmado su sentido de pertenencia y su orgullo por el trabajo bien hecho. Porque la arquitectura es calidad.

Para terminar este pequeño artículo, sin creer que terminamos con el tema, una buena oficina de arquitectura sabe que todo proyecto es una incidencia rara e irrepetible. No siempre tenemos la oportunidad de agregar algo importante a nuestro entorno. Los edificios duran cientos de años y muchos más. Y usted mi estimado inversor tiene la oportunidad de influir en el futuro, con inteligencia y belleza. Lo dejaremos hasta aquí, como una posibilidad, pero en el fondo todos sabemos que es una obligación. Por eso las buenas oficinas de arquitectura tienen coraje y sus clientes también.

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